"La Memoria de los Peces" (Acerca de la película "Memento" de Christopher Nolan)


El presente trabajo fue realizado por Daniela Jalo y Lucía Montes (U.N.L.P.). Está basado en la pelicula “MEMENTO” (2000), dirigida por Christofer Nolan.


“Dicen que los peces no tienen memoria. Sus recuerdos se diluyen en el agua que pasa. Y ellos se mueven libres por el mar. Sin rumbo fijo. Sin ayer ni mañana…


Memento es la historia de Leonard Shelby (Guy Pierce), quien sufrió un trauma cerebral que le causó una clase de amnesia que le impide almacenar nuevos recuerdos por más de unos cuantos minutos. Sin embargo, posee memoria sensorial y recuerda cómo realizar las acciones cotidianas. Leonard, para "recordar" los sucesos de su vida crea un sistema usando fotos instantáneas, tomando notas y tatuándose el cuerpo para tener un registro de la gente con la cual se relaciona, dónde se hospeda y otros elementos básicos para el desarrollo de su vida. Su opción de vida es tener una disciplina que le permita seguir sin esta posibilidad de memoria reciente, y, sobre todo, su objetivo principal es vengarse del hombre que violó y asesinó a su mujer, golpeándolo provocándole su enfermedad.

Creemos que una de las cosas más interesantes que presenta esta película va de la mano de la ambigüedad que genera permanentemente, y esto no sólo por el hecho de que la historia es presentada de atrás hacia delante, sino principalmente porque la mayor parte del tiempo el espectador, concatenando las pistas ofrecidas por los tatuajes a la par que lo hace también el protagonista, cree que el asesino que motiva la búsqueda de Leonard es uno, cuando súbitamente, casi al final, esta presunción da un vuelco.


Si bien el escritor Christopher Nolan no deja suficientes pistas que aclaren inequívocamente cuál es la verdad, nosotras queremos centrarnos particularmente en una escena, en la cual Leonard dice que el mundo no se acaba cuando cerramos los ojos, y concluye que todos nos engañamos, y que la única diferencia es que él está, momentáneamente, enterado de su autoengaño. Este episodio es desencadenado a partir de que Teddy (Joe Pantoliano), un policía que fue asignado para investigar la muerte de la esposa del protagonista, le confiesa la verdad de los hechos; verdad que difiere de aquella que Leonard estaba construyendo a partir de sus pistas, y sobre todo, una verdad que no querría aceptar jamás. Así es como, antes de que pueda olvidarse de lo que acaba de serle revelado, escribe: “No te creas sus mentiras” en la foto Polaroid que tenía de Teddy, y decide, no sólo dejar de escucharlo, sino que, lo que es fundamental para la trama, decide escribir (o “tatuar”) su propia historia, por lo que procede a anotar la matrícula del auto del “asesino de su esposa” (Teddy), aunque, cuando va a tatuarse, ya no recuerda nada; sólo confía en sus notas…

Recortamos como importantes en el problema de la memoria principalmente tres cuestiones:

1) Lo que concierne a la construcción del presente como así también a la reconstrucción del pasado

2) El concepto de “realidad”

3) El concepto de “identidad”


En cuanto a la primera, podemos decir que nuestro presente es lo que nos ha dejado el pasado, si bien estas huellas no son registros fidedignos de lo efectivamente acaecido. Las reconstrucciones del pasado son narrativas, y como tales, susceptibles a ciertas distorsiones a lo largo del tiempo, pues no son productos estáticos, sino que son reproducidas, combinadas, repetidas, etc., en el curso de la interacción interpersonal y de la vida cultural. Baltlett, por su parte, afirma que las memorias no son fijas, sino que son recreaciones del pasado que nos producen un sentido de continuidad, un sentimiento de ser una entidad con pasado y con futuro. Recordar implica, entre otras cosas, reconstruir el pasado en el presente con algún propósito psicológico y social particular. Las diferentes prácticas de recuerdo no se agotan en los actos de recordar, sino que cumplen la función de mover a la acción en una dirección determinada. Llegan así a convertirse en símbolos, alcanzando una significación, un significado y un valor emocional particulares. Esta función simbólica abre la posibilidad para que el individuo construya su propio sistema de símbolos, que no tiene por qué coincidir con la realidad efectiva.

A este respecto Watzlawick se pregunta "¿Es real la realidad?”, diciendo además que sería una ilusión creer en la realidad como un hecho objetivo, cuando en verdad se trataría de una construcción mental que como individuos realizamos a partir de la interacción con otros, que hace que nuestra realidad no sea otra cosa que aquella idea que tenemos de la misma.
Pensamos en lo difícil que puede volverse el perder esa continuidad entre pasado y presente, ese soporte permanente en las experiencias vividas que se resignifican día a día, y sobretodo pensamos en la dificultad que concierne directamente a la identidad, si la consideramos como un constructo que depende de alguna forma de conciencia, pero también de la memoria, que permite seguir reconociéndonos a pesar del paso del tiempo o demás cambios sufridos a lo largo de nuestra historia.

Frente a ello, se nos presenta la necesidad de buscar algún punto de apoyo, a través del cual podamos mirarnos y definirnos como tales, dándonos cierta estabilidad, como es el caso de nuestro protagonista, que a causa de su daño neurológico consigue repetir su nombre y la ciudad a la que pertenece, por ejemplo, mientras que, sin embargo, vemos cuán difícil se le hace mantener vínculo con personas con las que trata basándose en una foto y una simple anotación sobre ella. Además no debemos olvidar que a esta situación se le suma un hecho característico: no sólo debe seguir viviendo de la manera más práctica y funcional posible, sino que persigue un objetivo (crucial diríamos, motor de todos sus actos) que es buscar, encontrar y matar al asesino de su mujer, lo que complica aún más las cosas.

Este panorama nos permite “entender” si se quiere la necesidad de inventar esos puntos de anclaje faltantes, a partir de los cuales poder estructurar las distintas experiencias, otorgándoles un sentido, y por qué no, una realidad de pleno derecho. Si la búsqueda del por qué se halla sesgada por el ojo del observador protagonista, se puede inferir que el motivo hallado es sólo una invención, y no una causa real, verdadera y objetiva.